Estoy en el deporte desde los 7 años de edad y desde muy niño sabía que era diferente a pesar de no tener con claridad que ocurría.

Es un camino duro que recorremos desde pequeños, saber que sentimos algo que nos hacen creer que no esta “bien” para los ojos de la sociedad. Lo cierto es que si nací así fue porque Dios me creo y el lo quiso así. Así fue cuando entendí que debía aceptar con orgullo y valentía lo que los demás llamaban “mariconeria.”

Entendí que esta era y seria por siempre mi verdad y solo estaba en mis manos mi aceptación y mi felicidad, o hundirme y vivir en una mentira que jamas sería.

Considero que nacemos siendo gay. Simplemente es una capacidad que se va desarrollando mientras crecemos e ahí el gran dilema — empezamos a preocuparnos a pensar cosas que no debemos pensar — como si bailar el tema de moda porque se nos puede “notar” o ver un concurso de belleza porque es para mujeres y gays. Cosas que tal vez leamos y parezca sencillas pero para la mente de un pequeño puede llegar a ser bastante abrumador.

Nos cohibimos de hacer muchas cosas. Nos da vergüenza salir a la calle, salir a la sociedad, a afrontar quienes en realidad somos. Muchas veces cometemos uno de los errores más comunes, que es de buscar una novia para hacerle creer a nuestra familia que somos lo que ellos denominan “hombres de verdad.”

Es hora de que entendamos que no estamos engañando a nadie; nos estamos engañando nosotros siendo desleales e infieles con quienes somos y ese es el primer acto propio de homofobia. Es hora de entender que la homosexualidad es una palabra común como la heterosexualidad. Debemos leerla y aceptarla con claridad y madurez y entender que todos somos iguales y que esto no nos hace menos hombres ni a las chicas menos mujeres. No es una enfermedad — la homofonía si.

A los 15 años mientras otros chicos estaban jugando fútbol y comiendo helados con chicas, por mi mente se debatía un sin fin de pensamientos e interrogantes que poco a poco te vas dando cuenta que las respuesta las tienes única y exclusivamente tu , pensaba ¿Que iban a decir mis padres de mi al confesarles que era gay?, ¿Que iban a decir mis hermanos? y como iban a reaccionar mis amigos y personas allá afuera!

A mis 18 años tuve el valor de confesarle a mi madre y decirle “Mami, estoy enamorado” y me dijo “¿De un chico o de una chica?” Ahí asumí que mi madre sabía acerca de mi orientación sexual. Ella supo aceptarme tal cual, aunque lloró, le dolió pero al final lo tomo muy bien.

Luego mi madre le dijo a mi hermana mayor y mi hermana mayor me dijo “Avísame si necesitas tacones para prestarte unos. Eres mi hermano y te acepto como sea y no importa, te amamos” y así a mis otros tres hermanos y todos aceptaron mi orientación sexual.

Mi padre sabe que soy gay desde hace un año, yo tenía miedo de decirle porque papá era militar y creía que me iba a rechazar, pero finalmente supo aceptarme. Esto es importante pero mas importante es aceptarnos nosotros mismos respetarnos sernos fiel y entender de una vez por todas que la vida es demasiado hermosa como para estar escondido en un closet. Como siempre digo cuando voy cayendo de las alturas, aquí vamos nuevamente. Si algo sale mal lo repetimos pero jamas nos rendiremos.

Robert Páez compitió en los juegos Olímpicos para Venezuela en 2012 y 2016. Está en Twitter @RobertPaez9 y en Instagram @RobertPaez. También está en Facebook.

Artículo editado por Hector Diaz.

Don't forget to share: